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Carla
Yovane

"Al comienzo siempre tengo que tener alguna inquietud por el tema a trabajar o experimentar algún vínculo con lo que quiero conocer o retratar."

Psicóloga, fotógrafa y realizadora audiovisual de Santiago de Chile. Actualmente trabajo en investigación y producción de series televisivas para televisión nacional (canal 13) y en proyectos de fotografía documental. Viajo desde la niñez alrededor del mundo y he sido inmigrante en varias ciudades a lo largo de mi vida. Esto me conlleva a desarrollar un gran interés por por el ser humano, la cultura y las artes, realizando estudios en psicología social, en fotografía y en realización audiovisual.

 

Mi motivación primordial en mis trabajos ha sido explorar la condición humana y sus diversas matices. Específicamente, experiencias y relaciones que dialogan con inquietudes sobre la soledad, género y maneras de “ser” trabajando muchas veces desde la intuición en búsqueda a respuestas de mis propias dudas. En esta disciplina, la fotografía, el lugar de dónde se mira resulta ser clave: se mira desde la subjetividad, el prejuicio, el deseo, el miedo, desde lo que somos, sabemos y querríamos saber. La fotografía lleva al límite la relación propia con los otros, tensionando y reactivando el juego constante e ineludible de la relación con la otredad.

1. ¿Cuál fue el punto de inflexión en tu historia personal donde la fotografía pasó a ser parte esencial de tu vida?

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C.Y: El año 2012 decidí irme a recorrer el mundo. Estuve un año y medio viajando y ahí me reencontré con la fotografía. Ahí, En un andar solitario y silencioso fui recopilando las piezas de un puzle fotográfico, que se fueron revelando como una colección de arquetipos de nuestra condición humana, imágenes que se desprendían de su origen mundano.  Un recorrido no desde la visión turística, sino más bien la búsqueda de mi misma en un lugar lejano. Imágenes como excusa de algo íntimo, la búsqueda del “yo” a través del viaje. Al regreso de esa aventura decidí renunciar a mi trabajo de investigación en la PUC y dedicarme a la fotografía.

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2. ¿Cómo ha sido tu camino de formación en fotografía?

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C.Y: No he tenido estudios formales de fotografía, lo mío ha sido mas bien autodidacta y de tomar talleres de fotografía con distintos autores. Mi primer encuentro con la fotografía fue en Nueva York. Un amigo fotógrafo (Julian Hibbard) estaba exponiendo en una galería (Go Fish Gallery que hoy en día se llama Ivy Brown Gallery). Fui a la inauguración y me enamoré del espacio y de lo que estaban haciendo (ellos también funcionaban como una agencia de fotografía). Representaban a varios fotógrafos y hacían de todo. Me acerqué a la dueña y le dije que quería ser voluntaria, que quería aprender y ayudar. Al tiempo estaba asistiendo a fotógrafos en las producciones, en algunos montajes e inauguraciones. Fue un lugar sagrado donde aprendí mucho, de cierto modo me empezaron a entrenar el ojo, aprendí a observar y ver distintas maneras de cómo los fotógrafos interpretan el mundo. Estando aquí en Chile me acerqué a Ricardo Portugueis y a su proyecto casa-K. Con él empecé a revisar mi archivo y producir algunos proyectos, aprender de la fotografía y a revisar foto libros. Luego empecé a postular a los talleres del FIFV y de a poco me fui metiendo en este mundo y postulando a distintas convocatorias y workshops con distintos autores y amigos. Soy sicóloga de profesión con un magister en sicología social, y creo que esta carrera me ha dado las herramientas para investigar, involucrarme con historias íntimas y acercarme a las temáticas sociales que tanto me gustan.

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Mi motivación primordial en mis trabajos ha sido explorar la condición humana y sus diversas matices. Específicamente, experiencias y relaciones que dialogan con inquietudes sobre la soledad, género y maneras de “ser” trabajando muchas veces desde la intuición en búsqueda a respuestas de mis propias dudas. En esta disciplina, la fotografía, el lugar de dónde se mira resulta ser clave: se mira desde la subjetividad, el prejuicio, el deseo, el miedo, desde lo que somos, sabemos y querríamos saber. La fotografía lleva al límite la relación propia con los otros, tensionando y reactivando el juego constante e ineludible de la relación con la otredad.

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3. ¿Cómo son tus procesos creativos?

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C.Y: Al comienzo siempre tengo que tener alguna inquietud por el tema a trabajar o experimentar algún vínculo con lo que quiero conocer o retratar. De ahí trato de investigar al respecto y generar lazos de confianza con personas que me puedan aportar con su experiencia y que le puedan dar vida al proyecto. Creo que al momento de fotografiar lo principal es ser honesta, humilde y ojalá sin prejuicios. Para mi la fotografía es un viaje y a veces una exploración, es la capacidad de volver asombrarse. Intento de siempre recordar al momento de fotografiar de mantener la integridad y el corazón abierto, creo que eso me permite conectar con las personas y sus historias de manera más íntima. Después de que haya una relación, saco la cámara.  En este proceso sigo mucho mi intuición, de ahí el proyecto se va creando en si mismo a medida a que se va desarrollando y después cobra vida propia.

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4. ¿Cuáles son las estrategias de difusión de tu trabajo?

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C.Y: Tengo que aprender mucho de este proceso aún, no tengo mucha experiencia. En general la difusión de mi trabajo ha sido a través de convocatorias de visionados de portafolios o workshops, es ahí dónde he conocido gente que me ha invitado a exponer en festivales o que me presenta curadores, editores, galeristas o personas que se relacionan con la fotografía y que les podría interesar mi trabajo. Además, siempre trato de mostrarles mi trabajo a colegas que he conocido en el camino y amigos para que me den su opinión.

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5. ¿Consideras la publicación del fotolibro como esencial? ¿Por qué?

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C.Y: No creo que sea esencial, pero si creo que el fotolibro debiera tener un propósito o un objetivo y creo que esto depende mucho del artista y de la obra que se está realizando. Puede ser una manera más profunda de contar tu historia y recordarla, ya que queda de manera física y se puede visitar cuando uno quiera (cosa que no pasa en las exposiciones). Por otro lado, creo que últimamente el fotolibro ha adquirido su propio lenguaje dónde también se ve mucha experimentación, dónde muchas veces va dirigido a un público específico.

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6. ¿Qué opinas de la educación de la imagen en la sociedad; educación escolar u otra y cómo conectas la educación con tu trabajo?

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C.Y: Hoy en día con internet hay una saturación de imágenes, por lo tanto, creo que la pedagogía de la imagen debiera estar orientada a educar el ojo, de ir afinándolo para que vaya más allá de las apariencias, que permita enriquecer y expandir nuestras maneras de ver el mundo y de conectar con nuestra capacidad de asombro y sensibilidad.  Todas las personas tenemos nuestra mirada particular que dependen de nuestras propias vivencias y desde dónde nos paramos a ver el mundo. Claramente las identidades y experiencias de las personas impactan en la forma en que se hace la fotografía y por lo tanto de como se entienden e interpretan las historias. Estoy constantemente asistiendo a seminarios, workshops o charlas o dando algún taller porque creo que en las instancias donde hay un intercambio de ideas, opiniones y distintas maneras de ver el mundo es dónde más aprendemos de nosotros mismos.

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